Al igual que muchas disciplinas de arte, el baile se encuentra en un limbo entre “necesidad” y “placer”. Bailar puede tener muchas ventajas para nuestra salud tanto física como emocional, ser catalizador de buenas energías o ser fuente de inspiración inagotable; pero ¿cómo distinguimos entre pasión y obligación?
El baile como pasión
Si eres de los que no puede evitar mover el pie y las caderas cada vez que suena tu canción preferida; si aprendiste antes las coreografías de los dibujos animados que andar y si las clases de baile son tu momento favorito del día, entonces el baile es tu pasión.
Al igual que el dibujo artístico, la pintura o la escritura, el baile es una disciplina que hay que sentir y amar. Y es que el baile es parte de la historia de la humanidad: a través del baile nuestros ancestros transmitían historias y valores, contaban experiencias, batallas e incluso invocaban a los dioses para que les regalaran lluvia para sus cultivos.
Es algo tan relacionado con nuestras emociones que casi nadie es capaz de bailar sin sentir o sin que le provoque algún tipo de sentimiento.
Bailar se vuelve así una forma de expresar, de liberar tensión y de sentirse libre. Tanto profesionales como alumnos acuden a las escuelas de baile porque les motiva, les hace sentirse bien, salen felices y renovados y con cada coreografía experimentan emociones únicas.
El baile como necesidad
No cabe duda de que el baile es una de las disciplinas que más nos ayudan a estar en forma. Los alumnos que suelen apuntarse a las clases quieren mejorar su coordinación y equilibrio, perder peso y ganar flexibilidad.
El baile es capaz de aunar la capacidad de fortalecer músculos, mejorar la postura corporal, mejorar la coordinación o tonificar; siempre manteniendo nuestro cerebro activo.
Cada vez que aprendemos un nuevo paso, una nueva figura o una coreografía estamos entrenando nuestra memoria. Se ha demostrado que el baile previene de enfermedades como el Alzheimer o la demencia. Por lo tanto, deberíamos tomar el baile como parte necesaria de nuestra rutina diaria ya que gastamos incluso más calorías que yendo al gimnasio además de tener otras muchas ventajas.
El baile es una necesidad cuando:
- queremos mantenernos en forma o perder peso pero no nos gusta el gimnasio;
- hemos tenido alguna lesión o queremos prevenir lesiones mejorando nuestra tonificación muscular;
- si estamos embarazadas ya que es una practica muy saludable;
- queremos prevenir enfermedades relacionadas con la memoria a largo plazo;
- queremos mejorar nuestro estado anímico y nuestras habilidades sociales ya que en clase podremos interaccionar mucho:
- si nuestro objetivo es mejorar nuestro sistema cardiovascular y nuestros pulmones, así como nuestra resistencia, nuestra flexibilidad, etc.
Ying y Yang: pasión y necesidad. No hay baile sin pasión ni pasión sin beneficios. Cualquiera que se apunte a las clases de baile acabará amando la música y moverse al ritmo de esta.
Todos aquellos que se apuntaron a las clases con objetivos como perder peso, hacer amistades, o mejorar bailando han acabado consiguiendo sus resultados. Las clases de baile se han convertido en uno de sus momentos favoritos del día y muchos de ellos incluso se han terminado convirtiendo en profesionales.
Pero, además de disfrutar y de convertirse en un hobby, el baile terminará aportándonos todo lo que necesitamos para tener un estilo de vida completamente saludable. No cabe duda de que es una de las disciplinas más completas y beneficiosas en todos los ámbitos.
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