Una de las dudas más extendidas entre las futuras madres primerizas está relacionada con la posibilidad de continuar o no con su rutina de ejercicios habitual. Sin embargo, el hecho de estar embarazada no significa tener que dejar de practicar deporte de forma radical. De hecho, es una etapa más que indicada para empezar a asistir a clases especializadas y así vivir en mejores condiciones físicas el periodo de gestación, evitando engordar de más y algunos dolores característicos.

Y es que durante los meses de gestación se producen cambios en la madre no solo a nivel físico, sino a nivel hormonal y emocional que pueden derivar en diferentes malestares que pueden evitarse en gran medida con la práctica de algunos ejercicios como los de pilates maquinas. Esta actividad no solo reporta ventajas a la madre durante el embarazo, en el momento del parto y en el postparto, sino también al bebé.

Este método fue creado por Joseph Pilates y combina ejercicios de varias disciplinas como la gimnasia o la kinesiología pero realizados a través de los reformers o instrumentos especializados como cuerdas, resistencias o mancuernas, para así cumplir con el entrenamiento de forma personalizada logrando mejorar la condición cardiovascular y muscular y favorecer la corrección postural.

Claro está que las mujeres embarazadas no podrán realizar actividades que requieran gran esfuerzo físico y deberán limitar las sesiones de ejercicios adecuándolos a la intensidad convenida. Es por ello que cuatro factores principales deben tenerse en cuenta para diseñar un programa adecuado de ejercicios: postura, respiración, refuerzo abdominal y dorsal y refuerzo pélvico. Sin embargo, y durante el último trimestre de embarazo, el obstetra será el que recomiende la práctica de pilates y hasta qué momento, según las condiciones físicas de la madre y siempre y cuando los ejercicios a realizar no incluyan movimientos bruscos ni puedan ocasionar un riesgo para el bebé.

Así pues, las clases de pilates maquinas benefician a las embarazadas fortaleciendo su tono muscular, mejorando la postura corporal, estimulando la circulación sanguínea entre la madre y el bebé y aliviando algunas molestias típicas durante el periodo de gestación. Esta práctica favorece en el momento del parto en cuanto a la respiración y relajación, así como a la pared abdominal y al suelo pélvico provocando partos más cortos y disminuyendo la posibilidad de cesárea. Además, después del nacimiento la recuperación será más rápida para aquellas madres que apostaron por realizar estos ejercicios.