Si podemos datar los primeros signos de la danza en la prehistoria y vinculada a la necesidad de expresar sentimientos en ceremonias de muy variado signo como la caza, la fecundidad o la guerra, no es hasta el siglo XIII hasta el XVI en la Italia del Renacimiento cuando nace el ballet. Y sería Francia durante el reinado del Rey Sol Luis XIV el país que empuja a la profesionalización de la danza clasica con la creación de la primera escuela en 1661 en París.
Así pues, todos los pasos que conocemos actualmente ya se recogieron en 1700 y aparecen codificados con todas las figuras de la danza, pero será en 1725 cuando tenga lugar el perfeccionamiento total de la técnica clásica del ballet. Habría de llegar el año 1740 para que se introdujese en la danza el llamado Realismo en el propio ballet.
El mismo o danza clásica constituye una forma de danza cuyos movimientos se basan en el control total y absoluto del cuerpo, al cual debe enseñársele a practicar dicho baile desde temprana edad. Desde los 6 y 7 años, los iniciados saben que deben seguir una disciplina y un rigor que requiere concentración y capacidad para el esfuerzo que suponen actitud además de aptitud, y que todo ello entraña una forma de vida.
El método Cecchetti del bailarín italiano, es mundialmente seguido porque fue el que, preservando la tradición del ballet clásico, introdujo elementos acrobáticos. Su legado artístico y sus enseñanzas continúan implementándose en nuestros días. Los métodos que se conocen se inspiran los unos a los otros, pero sin embargo, merecen ser destacados por representar escuelas oriundas, ya que todos ellos provienen de un país concreto. Es el caso del mencionado anteriormente de la escuela de París y que se erige como referente mundial. Pero surge también la escuela danesa, inspirada en la escuela italiana, la que destaca con gran entusiasmo la vivacidad de movimiento de los pies.
La escuela italiana aporta la continuidad del flujo de movimiento en los desplazamientos y el centro de gravedad, pero la escuela rusa ha tenido un gran éxito tanto en su país como en el resto de Europa a lo largo de todo el siglo XX. No solo en la Rusia de los zares sino también bajo el dominio soviético de signo comunista. Hasta tal punto la danza clásica rusa será reconocido y admirado internacionalmente, que actualmente se consideran los herederos laureados de la danza, de la mano de los grandes compositores de música clásica que compusieron exclusivamente piezas para el ballet.
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